Estimado Lector/a:
Ante todo quiero agradecerte por permitirme entrar un ratito en tu vida a través de este lugar. También espero sepas disculpar este modo un tanto particular de escribir y alguna que otra expresión poco ortodoxa pero, de eso se trata. El hecho de que hayas dedicado parte de tu tiempo a esta lectura me supone cierta atmósfera de confianza como para entablar esta especie de conversación agradable entre tu pensamiento y el mío, pretendiendo en el mejor de los casos que, a medida que vayas leyendo estas páginas puedas sentirte cómodo y a gusto como cuando lees algo de un amigo o alguien afín, seguramente al abrigo de la intimidad de tu casa u oficina, en el colectivo o durante un viaje en el que la ventanilla ofrece sólo una alternativa fugaz para levantar la vista, tal como yo me siento en cada momento que escribo.
Este blog tiene por finalidad registrar todo lo que nos pasa, visto con los ojos de la segunda edad. Esa etapa de la vida dónde ya dejamos de ser jóvenes de edad, donde los 40 ya son cosa del pasado y los 50 nos reciben con un tiempo blando.
Quiero que sepas también que este es mi primer intento, que no he sido un gran lector de libros ni grandes obras. Mi hábito por la lectura apenas esta comenzando y se nutre a partir de pequeños volúmenes que he recibido como regalo en distintas oportunidades, o préstamos de aquellos que contienen temas relacionados con alguna conversación con amigos. También me parece correcto que sepas quién soy (me fijé que en los libros siempre se habla del autor, de su obra y su intención), entonces... aquí estoy:
Nací un 18 de Febrero del año 1960 en Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina, rodeado de amor y cuidados, hijo menor de trabajadores de raza y emprendedores de la vida, con el mejor hermano del mundo y gozando de buena salud. Crecí en épocas de dictadura militar, de lo cual no tuve la menor idea ni conciencia hasta bien entrada mi adolescencia. Medio bachiller y finalmente perito mercantil, sin año sabático por medio, ingresé a la Universidad Nacional de Lomas de Zamora en la que aprobé unas cuantas materias de Relaciones Públicas y Economía, siendo orgulloso hijo de su principal fundadora. Eve Pinelli de Villar. A la par de la escuela y por ser nieto de un gran músico y mejor abuelo (Antonio Pinelli - el abuelo Tony), estudié algunos años de piano, autodidacta de la guitarra y más tarde abocado a una de mis pasiones: el saxo tenor, lo que dejó al descubierto mi inexorable e irrenunciable naturaleza bohemia, que entraría más tarde en conflicto con mis ambiciones materiales. Quien ganó la contienda? Ya ves...
La universidad se vio interrumpida por el servicio militar, del cuál aún hoy me pregunto para qué me sirvió y mas tarde mis primeras experiencias en lo laboral, junto a mi papá en el comercio.
Transcurrieron mis felices años de músico mientras se hacían presentes el amor, las ambiciones y claro: la condición. Después, mis 4 hermosos y buenos hijos, motores de mi vida, que años mas tarde fueron testigos de la tristeza que deja el desgaste y la separación, al tiempo que mi vida ya se había armado en torno a mi condición de empleado bancario (si, ya sé, yo tampoco me explico que hago en un banco hace mas de 25 años).
De allí vengo, y no estoy tan seguro de hacia donde voy, cosa que empieza a inquietarme cumplidos los 50, pero como buen acuariano, supongo que ya se me va a pasar. El mismo que viste y calza, gente común, amante de la vida, soñador, hiperquinético, un poco cansado, respetuoso de los mayores, aprendiz perpetuo del ensayo y error, ávido comunicador, hombre de radio por afición de toda la vida, de un lado y del otro, enemigo de la rutina, niño eterno, comedor de asados y mariscos, gustoso del buen vino, seductor (dicen por ahí... hay gente para todo), motociclista de la ruta, viajero incansable, boquiabierto observador de la naturaleza...
Sergio Ariel Villar
Un gusto conocerte!
